Buenas tardes queridos alumnos. Comparto la información de esta literatura por éste medio y también por el correo de clase que algunos ya crearon. (Se ve mejor el que les mandé al correo porque tiene imágenes)
Docente: Marvin González
Área: Literatura
Decimo “A” “C” y “D”
Literatura Latina
Nombre:
_______________________ Sección: _________ Fecha: ________
Instrucciones: Lea, subraye y pegue la hoja en su cuaderno, prepárese para comentar en
clase.
Su nombre deriva de una zona geográfica de la
península itálica donde se desarrolló Roma, el Lacio (en
latín, Latium).
¿Qué es lacio?
Es una región administrativa de Italia central. En su interior se encuentra el Estado Vaticano.
El Lacio destaca por su historia,
arte, arquitectura, arqueología, religión y cultura, además de ser el embrión
de lo que acabó siendo el Imperio
romano.
Siendo además el país más pequeño del mundo, y el
único que tiene por lengua oficial el latín.
La máxima autoridad del
Vaticano y jefe de Estado del
mismo es el sumo pontífice, por lo que puede considerarse la
única teocracia de Europa. Teocracia es la forma de gobierno donde los administradores estatales coinciden con los
líderes de la religión dominante, y
las políticas
de gobierno6 son idénticas o están muy influidas
por los principios de la religión dominante. Generalmente, el gobierno afirma
mandar en nombre de la divinidad, tal como especifica la religión local.
El DRAE definía
"teocracia" como el ‘gobierno ejercido directamente por Dios’, y en
una segunda acepción: ‘Sociedad en que
la autoridad
política, considerada emanada
de Dios, se ejerce por sus ministros’.
Conquista de Grecia por Roma
La civilización
griega tuvo un gran
desarrollo en sus primeros años conformando una de las más grandes de la época antigua con una cultura impresionante y rica por sus conocimientos, su
arte y templos. Es por eso que se la denominó la “cuna de la
civilización” pero como
ha sucedido a lo largo de la historia las grandes civilizaciones también
tuvieron su fin.
El encuentro de Roma con Grecia
Después de las Guerras Púnicas, aún quedaban grandes reyes que se
atrevieron a hacer frente al poderío de Roma, en Grecia, en Turquía y en Siria,
pero fueron barridos por la incontenible marea de sus legiones.
Mucho han debatido los historiadores sobre este sorprendente afán
de dominio, que llevó a los romanos a someter una tras otra todas las
naciones del Mediterráneo. Los propios romanos lo atribuían al deseo de los
dioses.
Lo cierto es que sus ciudadanos se habían acostumbrado a las conquistas y a
sus beneficios: además del oro, la plata y las piedras preciosas, con cada
victoria Roma recibía incontables tributos en especie, cientos de esclavos,
obras de arte y animales exóticos. Estas riquezas permitían la distribución
gratuita de alimento a la ciudadanía, grandiosas obras públicas e increíbles
espectáculos. El pueblo vivía de forma espléndida, los senadores se enriquecían
por encima de toda medida, y los generales orgullosos recorrían triunfantes la
ciudad.
El conquistador conquistado
Sin embargo, en otro terreno, los propios conquistadores fueron los
conquistados. La sociedad romana, concebida para la lucha y el sacrificio,
estaba acostumbrada a combatir a los rudos itálicos y fieros hispanos, pero no
estaba preparada para enfrentarse culturalmente a Grecia y Oriente.
Cuando entraron victoriosos en Atenas, los romanos quedaron fascinados
por la belleza de su arte, el refinamiento de su filosofía, y la dulce
musicalidad de un idioma concebido para el razonamiento. Los nobles romanos
comenzaron a copiar las esculturas griegas, enviar a sus hijos a aprender su
idioma, asistir a sus representaciones teatrales, y deleitarse con la música y
la poesía llegadas de Oriente.
Los más conservadores, escandalizados, aseguraban que eso sería el fin del
espíritu romano, y que las delicadas costumbres griegas conducirían a la
ciudad, después de tanto esfuerzo, a la molicie y la decadencia. No podían
estar más equivocados. Tras asimilar la cultura griega, Roma, que ya dominaba
el Mediterráneo por la fuerza de las armas, comenzó a hacerlo también por la
potencia de su civilización, que extendió, como un inesperado regalo, por todos
los rincones del mundo conocido, sembrando con ello las semillas de la cultura
occidental.
Fue así que Grecia pasó a pagar tributo a Roma a partir de mediados del siglo II a.C. Intentaron sublevarse en el 88 a.C. apoyados por Mitrídates, el rey de Ponto pero no lograron su propósito y fracasaron en el intento.
Luego se sucedieron guerras civiles causadas por
las luchas de poder entre romanos que querían hacerse del mismo
en tierras griegas. Si bien pudo mantenerse algo de la cultura griega en forma
hegemónica durante el imperio romano los grupos de desarrollo económico se
corrieron hacia el Asia.
Hubo una relativa prosperidad de tipo
económico que fue luego interrumpida por invasiones de los bárbaros y
con el tiempo la sociedad griega terminó
transformándose en una sociedad de tipo feudal tanto desde el punto de vista
económico como social.
Roma y su contexto histórico
La Península itálica, desde tiempos remotos, fue habitada por diversos
grupos humanos debido a lo atractivo de su clima y la riqueza de su tierra.
Hacia el año 2000 a. C., diversas tribus indoeuropeas hicieron su aparición por
el norte y lograron introducir actividades como la ganadería, la agricultura,
el tejido de telas y la construcción de palafitos. Mil años después, estas
tribus descendieron hasta la desembocadura del río Tíber y fundaron varias
ciudades, entre ellas Alba Longa, capital del Lacio. Por esa época hicieron su
aparición los etruscos, pueblo que ha permanecido en el misterio a causa del
exterminio del que fue objeto por parte de los romanos quinientos años después.
La
historia de Roma se divide en tres etapas:
- Monarquía. Época del
desarrollo etrusco. Según la leyenda, fueron siete reyes los que se
sucedieron en el trono de Roma, los más representativos fueron Rómulo,
fundador de la ciudad y su primer legislador; Numa Pompilio, propulsor del
culto religioso; Anco Marcio, quien permitió la organización de la plebe;
Tarquino Prisco quien impulso la construcción de bellos edificios para
engalanar la ciudad y mandó construir el Capitolio; y Servio Tulio, que
inició la política de conquistas.
- República.
En el año 500 a. C. se inició una rebelión en contra de la monarquía y la
hegemonía etrusca. Al triunfo de la revolución, el gobierno quedó en manos
de los patricios o nobles. El senado era la institución en torno a la que
se organizaban todas las actividades; asimismo, era el lugar donde se
elegían los cónsules, cuyas funciones eran similares a las del rey. Dado
que la política expansionista continuó, con el paso del tiempo se hizo
necesario que una sola persona asumiera el poder, ésta tomó el nombre de
dictador y sustituyó a los cónsules. La expansión de Roma dio origen a la
clase plebeya, la cual originalmente carecía de derechos; no obstante,
poco a poco ganó presencia y su lucha se prolongó por todo el periodo de
la República.
Las
Guerras Púnicas contra Cartago (264-146 a. C.) determinaron la
vocación imperialista de Roma, pues
extendió su dominio hasta el norte de África, Asia Menor y España.
- Imperio.
La hegemonía militar en una nación que día a día se hacía más fuerte en
sus defensas y conquistas, tuvo como consecuencia que en el siglo 1 a. C.
tres generales se repartieran el poderío del inmenso territorio romano, a
saber, Craso, Pompeyo y Julio César. Sin embargo, pronto estos
triunviros comenzaron a tener serios enfrentamientos
y en esta serie de contiendas resultó vencedor Julio César, quien se
proclamó como dictador. Después del asesinato de este personaje a menos de
Casio y de Bruto, y de un breve segundo triunvirato, Octavio asumió el
poder y fue nombrado emperador Augusto. Durante su gobierno, Roma conoció
su máximo periodo de esplendor, su Época de Oro. A este emperador le
sucedieron múltiples gobernantes, cada uno más decadente que su antecesor.
En el año 395 d. C., el Imperio Romano de Occidente cayó en poder de los
pueblos germanos del norte, acontecimiento que marcó el inicio de la Edad
media.
La leyenda sobre la fundación de Roma
Cundo Troya fue derrotada, Eneas, yerno de rey Príamo e hijo de Afrodita,
(diosa venus), logró escapar con la ayuda de ésta. Llevaba a cuentas a
Anquises, su padre, y a Ascanio, luego llamado Julo, su hijo, además de los
penates familiares y del Paladio, una escultura de Atenea. Lo acompañaba su
mujer, Creusa, quien desapareció entre la multitud. Eneas logró llegar al Monte
Ida y ahí fundó una ciudad, luego inició un largo viaje del que no regresaría:
vagó por Grecia durante muchos años, fue a Creta y llegó hasta Italia, donde
murió su padre. De vuelta en el mar, una tormenta lo arrojó a Cartago, ciudad
fundada por la reina Dido Elisa, quien le dio hospitalidad y se enamoró
perdidamente de él. Por algún tiempo fue correspondida, pero él se hizo de
nuevo a la mar y ella se suicidó.
Eneas
regresó a Italia, específicamente a la desembocadura de Tíber, ahí lo recibió
Latino, rey de Lacio. Sin embargo, Turno, prometido de la princesa Lavinia, lo
enfrentó. El extranjero triunfó y se casó con la bella joven. A la muerte de su
suegro, Eneas fundó una ciudad que llevaba el nombre de su esposa y reinó sobre
la región de lacio. Después de un próspero gobierno el héroe desapareció
durante una terrible tormenta. Según se decía, los dioses se lo llevaron a
vivir con ellos. Poco después su hijo Ascanio tomó el legado de Eneas y fundó
la ciudad de Alba Longa. Siglo más tarde, otros dos descendientes de Eneas,
Amulio y Númitor, lucharon por conquistar el trono. Amulio triunfó y mató a
todos los descendientes del segundo, excepto a su hija Rea Silvia a quien
convirtió en vestal, pero el dios marte (Ares), se enamoró de ella y la preñó
mientas dormía.
Rea
Silvia dio a luz a dos gemelos: Rómulo y Remo. Cuando su tío Amulio se enteró,
los metió en una pequeña barca y los echó al Tíber para que se ahogaran; sin
embargo, protegidos por los dioses, el viento llevó la barquichuela a la orilla
del río, donde una loba se encargó de amamantarlos: “Los maliciosos dicen que
aquella loba no era en modo alguno una bestia, sino una mujer de verdad, Acca
Laurentia, llamada Loba a causa de su carácter
selvático y por las muchas infidelidades que le hacía a su marido, un pobre
pastor”.
Los
gemelos crecieron y muy jóvenes supieron la verdad de su origen. Combatieron y
derrocaron a su tío y restituyeron el trono a Númitor, quien como recompensa
les permitió fundar una ciudad en el sitio que desearan. Una vez elegido el
lugar, los hermanos discutieron sobre el nombre que le asignarían. Por tanto,
decidieron que aquél que lograra ver el mayor número de aves seria el vencedor.
Remo vio seis y Rómulo doce; por tanto, la ciudad se llamaría Roma, Tomaron
entonces dos bueyes blancos como ofrenda, trazaron los límites de las ciudad y
luego se dedicaron a construir sus murallas. Una vez terminadas, jugaron matar
a quien atentara contra ellas y entraran a la ciudad. Remo, malhumorado por la
derrota, dijo que las barreras eran muy frágiles y de un puntapié derribó un
muro y penetró al recinto. Su hermano cumplió el juramento y lo mató. Según
cuenta la leyenda esto ocurrió en el año 753 a. C.
Una
vez edificadas las murallas de su ciudad, Rómulo quiso poblarla y para ello dio
asilo a todos los exiliados, deudores y delincuentes de los alrededores; no
obstante, faltaban mujeres. Por esta razón ofreció una fiesta a la que invitó a
sus vecinos los sabinos; cuando estos estaban desprevenidos, los echaron fuera
y retuvieron a sus hijas.
Tito Tacio, el rey sabino, organizó el rescate de las doncellas y se
desató la guerra, misma que, tiempo después, fue detenida por las mismas
mujeres secuestradas. De hecho, todas ellas se interpusieron entre ambos
ejércitos Pues no querían quedar huérfanas si vencían los sabinos, ni viudas si
triunfaban los romanos. Rómulo y Tacio gobernaron juntos algún tiempo, luego
este último murió y el primero siguió gobernando Roma treinta y tres
años más. Cuando Rómulo cumplió cuarenta y cuatro años, se desató una terrible
tormenta, el mundo se oscureció y las tinieblas se acentuaron con un eclipse,
al terminar todos estos fenómenos, el rey había desaparecido. Igual
que a Eneas, los dioses se lo habían llevado.
Religión y
literatura romana
Religión.
Al igual que en los
aspectos de la vida pública y privada, los romanos se inclinaron por un sentido
práctico en cuanto a la estructura de su religión. Al inicio de esta
civilización, el rey y el sacerdote eran una unidad indisoluble. Sin embargo,
con el paso del tiempo los aspectos del gobierno comenzaron a independizarse
del campo de acción de la religión. Incluso los sacerdotes se constituyeron en
colegios y escuelas con funciones claramente delimitadas, como el de los
augures, cuyo cometido era indagar (o predecir) los designios divinos a través
del vuelo de los pájaros, en la forma y color de las vísceras de los animales o
en los oráculos, como el de Cumas y el de Delfos. Estos colegios no tenían
ningún poder político.
Por
otro lado, en la antigua Roma existían dos tipos de cultos: público y privado.
En el culto público los romanos adaptaron las características de sus deidades a
las heredadas de la cultura griega y además, adoptaron muchos rituales y
deidades de los pueblos conquistados. Los romanos hacían burla de sí mismos
diciendo que en Roma había más dioses que habitantes, pues se rendía culto a
alrededor de treinta mil. A los dioses principales se les honraba con grandes
festejos en los que participaba toda la colectividad. El culto privado, por su
parte, se realizaba en el interior de los hogares y era el pater
familias (padre de familia), quien se hacía cargo de conducir la
dinámica del ritual. En esas ceremonias de corte doméstico se veneraba tanto a
los penates, que eran los espíritus protectores de la familia como a los lares,
es decir, los espíritus de los antepasados.
Literatura
En los siguientes
párrafos presentaremos un panorama general de extraordinario legado literario
que los romanos heredaron a la posteridad.
- Época
primitiva. A diferencia de muchas otras civilizaciones, los romanos, a
pesar de su invaluable riqueza en mitos y leyendas, no sintieron la
necesidad de crear una épica que validara sus tradiciones y creencias.
Esta insólita circunstancia tal vez se debió a su alto sentido práctico y
utilitario. De hecho, todavía hasta muy entrando el siglo ll a. C. las
manifestaciones literarias eran principalmente religiosas. Como ejemplos
podemos citar el “Canto de los Arvales”. Poema que entonaban los
campesinos en el templo de Dea y Los salios, himnos
interpretados por los sacerdotes. En cuanto a la poesía profana, (tratar
algo sin respeto), sobresalen por su delicadeza las nenias o poemas
fúnebres. En el teatro se cultivaban las fesceninas, cuyo objetivo era
divertir a los invitados en algún evento importante, a la atelana, una
representación conformada por diálogos improvisados.
- Época
helenística. Con la conquista de la magna Grecia, la influencia de los
helenos se comenzó a sentir en todos los ámbitos. Particularmente en el
aspecto literario, muchos artistas imitaron y tradujeron las obras de los
grandes autores clásicos. De Homero fueron ampliamente divulgadas la Iliada
y la Odisea. A la sombra de estas extraordinarias creaciones.
Nevio compuso el primer poema épico latino en el que atribuir a Eneas el
origen de Roma. Asimismo, Plauto y Terencio, siguiendo los pasos de
Aristófanes, escribieron comedias de indudable sabor latino. Sin embargo,
no todo fue imitación. Los romanos crearon la sátira, término que “….se
aplicaba a dos tipos de obras literarias: una compuesta sólo en verso,
llamada simplemente sátira; y otra, mezcla de verso y
prosa, llamada sátira menipea”.
La
sátira abordaba una gran variedad de temas con lenguaje coloquial y humorístico
en el que el narrador, presente en el texto, hacía gala de su sabiduría
popular. Este subgénero tenía por objetivo la crítica social. Entre sus mayores
representantes se encuentran Varrón (116-27 a. C.), Horacio (65-8 a. C.),
Séneca (9 a. C. 65 d. C.), Persio (34-62 d. C.) y Juvenal (60-138 d. C.).
Lirica.
Este fue el género literario en el que más destacaron las letras latinas. Su
primer gran exponente fue Catulo (82-54 a. C.), autor de elegías y de epigramas
dedicados a alabar o a denostar tanto a su amada como a amigos y enemigos. Este
personaje fue el precursor de la poesía elegíaca, la cual tiene una gran
influencia alejandrina y cuyo objetivo era exponer los sentimientos más tristes
del poeta o narrador, principalmente los relacionados con el amor. Otros poetas
elegíacos fueron Propercio (45-15 a. C.), autor de Elegías y Ovidio (43 a. C. –
16 d. C.). Quien escribió obras tan importantes como Amores, Heroidas,
Las Metamorfosis, entre otras. Virgilio (70-19 a. C.), aparece como
uno de los más grandes poetas liricos. Es autor de las reconocidas bucólicas y
de las Églogas, creaciones poéticas de carácter pastoril y de
la gran epopeya titulada Eneida, obra que cuenta las hazañas del héroe troyano
Eneas. Horacio, por su parte, es autor de la Odas.
La fábula merece un espacio aparte. Esta manifestación artística llegó a
Roma, por herencia de la civilización griega, a través del gran fabulista Esopo
y encontró en Fedro a un exponente sin igual. De él se conserva alrededor de
sesenta composiciones.
Por
ultimo debemos reconocer a la novela Satiricón, de Petronio,
como el principal antecedente de la narrativa occidental de la Edad
Media.
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